Aziza Brahim presenta, junto a su banda Gulili Mankoo, su primer disco, «Mabruk»
Una cosa es contar las experiencias de desarraigo desde fuera, y otra hacerlo desde la experiencia propia. Aziza Brahim, cantante y percusionista saharaui, nació hace 36 años en los campamentos de refugiados de Hammada de Tinduf, en Argelia. Ahora vive en España, donde fundó su proyecto Gulili Mankoo.Este sábado se sube al escenario de la madrileña sala Galileo Galilei con su primer disco, «Mabruk», cuya propuesta, según nos explica ella misma «es la fusión de músicas occidentales como el rock, funk, el pop y otros que tienen su origen en África como el blues, tomando siempre como base las melodías y matices rítmicos tradicionales saharauis, así como las percusiones del África Occidental». En las letras nos habla de asuntos que preocupan a cualquier joven del planeta, como amores correspondidos o no, pero también rinde homenaje a su abuela, Ljadra Mint Mabruk, poetisa comprometida que se ha convertido en una de las voces más reconocidas de su pueblo.
-¿Qué significa para usted poder llevar la música y la voz de su tierra a otros países?
-Un
privilegio y un orgullo muy grandes, poder compartir mi cultura con la
de otros pueblos para que la música saharaui encuentre más espacio entre
las referencias de músicas del mundo, al igual que otras músicas
africanas y árabes.
-¿Qué cree que puede conseguir la música?
-Que
la música hassani y el haul lleguen al mayor número de público posible.
Superar las adversidades que me han tocado vivir. Expresar la realidad
de un país, el Sáhara Occidental, cuyo territorio ha sido ocupado desde
hace más de tres décadas y dividido por un muro de más de dos mil
kilómetros sembrados de minas, con gran parte de su población viviendo
en campos de refugiados. La música permite expresarse, divertirse e
incluso reclamar la atención sobre la vulneración de derechos
elementales como el derecho a la autodeterminación de los saharauis,
reconocido por las más altas instituciones de la Justicia Internacional.
-¿Qué representó ver editado su primer disco? Supongo que habría mucha ilusión, muchos sueños ahí puestos.
-Una
gran satisfacción, porque ha supuesto mucho trabajo, mucho esfuerzo y
dedicación, ya que es un disco autoproducido en el que se implicó toda
la banda, a pesar de ser una apuesta arriesgada, teniendo en cuenta la
situación del mercado musical y las circunstancias que atraviesa la
cultura hoy en día. El lanzamiento de «Mabruk» era un objetivo para
nosotros. Y se ha visto cumplido en un año en el que la cultura saharaui
ha estado muy presente.
-¿Consideró como un deber dar a conocer la obra de su abuela?
-Por
supuesto, pero más que un deber era una necesidad. Ljadra Mint Mabruk
es un gran referente de nuestra poesía oral y yo crecí escuchando y
recitando sus poemas. Tenemos la suerte de que siga muy activa, es mi
mayor inspiración y así he querido mostrar mi admiración por ella,
musicando algunos de sus poemas para que no se pierdan. Pero, la obra de
mi abuela merece mucha más atención de la que supone la edición de este
disco.
-La situación del Sáhara parece estancada desde hace muchos años. ¿Hay todavía esperanzas en vuestro pueblo?
-Dicen
que la esperanza es lo último que se pierde. Vivimos abrazados a ella.
Nos quitaron el territorio, la libertad, los derechos. Mi pueblo está
resistiendo en condiciones extremas y aunque nos intenten retirar hasta
la ayuda humanitaria, no vamos a perder la esperanza. Pero es cierto que
la realidad no contribuye demasiado a mantenerla.
-Ha desarrollado su carrera en España. ¿Cómo le ha tratado este país?
-Siempre
me sentí acogida y bien tratada por la sociedad civil española, siempre
he recibido apoyo de la gente. En cambio, los diferentes gobiernos han
ignorado siempre nuestra identidad como saharauis.
-¿Cómo describiría la visión que tenemos en Occidente de los países árabes?
-Hay
muchos prejuicios sobre la cultura árabe. En Occidente se generaliza
demasiado sobre cualquier asunto referente a los árabes. No se suele
tener en cuenta las diferencias que hay entre los distintos países,
tanto en diferencias culturales, como en sus diferentes dialectos. En
nuestro caso, los saharauis somos árabes, pero también africanos.
-Para terminar; ¿cómo es uno de sus conciertos? ¿Cómo lo vive y cómo sientes que lo vive el público?
-Siempre
me acompaña mi banda Gulili Mankoo. Intentamos que los conciertos
suenen bien, que sean festivos y que la gente se divierta. Esperamos que
sea así en el concierto de presentación del disco Mabruk el próximo
sábado 6 de octubre en la sala Galileo Galilei de Madrid.Pablo Martínez Pita, ABC
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