Gran el concierto el que se vivió anoche en Santa María del Páramo. El Sahara Occidental, África, volvieron a estar cerca del concurrido público que disfrutó en un marco íntimo a la vez que fresco. Pero el que más vivió el concierto fue, sin duda, Salama. Como él mismo se presenta, un saharaui de pura cepa, y único compratiota de Aziza viviendo y trabajando en la localidad. Regente de su propio trabajo, Salama es originario del Aaiún ocupado. Después de mucho tiempo allá, y tras haber terminado sus estudios universitarios, logró llegar a los campamentos de la RASD en Tindouf e ingresar en el ELPS (Ejército de Liberación del Pueblo Saharui). Tras el servicio en las zonas liberadas del Sahara Occidental, trabajó también en los campamentos, y como muchos otros, se vio obligado a formar parte de la diáspora saharaui.
Arropada por su banda Gulili Mankoo, con Gonzalo a la guitarra, Segis a la darbuka y tablas, Badra en los coros y al djembeé, Carlos al bajo, Marcos a la guitarra y Richard a la batería, Aziza cantó a la situación de África, a la falta de libertad en las zonas Ocupadas del Sahara Occidental, a los paisajes de su tierra así como el carácter indómito de sus pobladores, a las gestas de los combatientes saharauis...
Cuando terminó la última canción Hamid Rabi, Salama soñó en voz alta:
- Me gustaría subir a besar la bandera.
- ¿Quién te lo impide? - le repliqué yo. Y Salama saltó hasta la bandera, la cual sintió como si estuviera tocando las arenas de su querida playa en el Aaiún, o atravesando el Tiris, o la wilaya de Smara en el refugio... Los vecinos del pueblo, conscientes de lo que eso significaba para Salama, aplaudieron con más fuerza.
- Esto es algo impagable... - y aún siendolo así para Salama, compró su CD y recibió como presente de Aziza y la banda, la bandera firmada por todo el equipo, en dedicatoria a Salama, un saharui de pura cepa.
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