Por Jose el Bidani
Gran el concierto el que se vivió anoche en Santa María del Páramo. El Sahara Occidental, África, volvieron a estar cerca del concurrido público que disfrutó en un marco íntimo a la vez que fresco. Pero el que más vivió el concierto fue, sin duda, Salama. Como él mismo se presenta, un saharaui de pura cepa, y único compratiota de Aziza viviendo y trabajando en la localidad. Regente de su propio trabajo, Salama es originario del Aaiún ocupado. Después de mucho tiempo allá, y tras haber terminado sus estudios universitarios, logró llegar a los campamentos de la RASD en Tindouf e ingresar en el ELPS (Ejército de Liberación del Pueblo Saharui). Tras el servicio en las zonas liberadas del Sahara Occidental, trabajó también en los campamentos, y como muchos otros, se vio obligado a formar parte de la diáspora saharaui.
Dentro de lo que le permitió el trabajo, que por cierto, tuvimos la suerte que estuviera al lado de la plaza, Salama nos acompañó en gran parte del concierto, en el que vibró emocionado. La bandera saharaui, delante de todo el grupo, presidió el evento. Salama escuchaba profundamente las canciones de Aziza, las poesías de su abuela, Ljadra, y al mismo tiempo, contemplaba la bandera. Aziza recorrió en su concierto todos los registros en los que fusiona, experimenta, y recrea la música saharaui. La rumba de Ali Nahuah, el reggeae de Anhelo, el blues de Mohamed Yeslem, el rock contundente de La sensación del tanque, la psicodelia africana de Ard Salam...
Arropada por su banda Gulili Mankoo, con Gonzalo a la guitarra, Segis a la darbuka y tablas, Badra en los coros y al djembeé, Carlos al bajo, Marcos a la guitarra y Richard a la batería, Aziza cantó a la situación de África, a la falta de libertad en las zonas Ocupadas del Sahara Occidental, a los paisajes de su tierra así como el carácter indómito de sus pobladores, a las gestas de los combatientes saharauis...
Cuando terminó la última canción Hamid Rabi, Salama soñó en voz alta:
- Me gustaría subir a besar la bandera.
- ¿Quién te lo impide? - le repliqué yo. Y Salama saltó hasta la bandera, la cual sintió como si estuviera tocando las arenas de su querida playa en el Aaiún, o atravesando el Tiris, o la wilaya de Smara en el refugio... Los vecinos del pueblo, conscientes de lo que eso significaba para Salama, aplaudieron con más fuerza.
- Esto es algo impagable... - y aún siendolo así para Salama, compró su CD y recibió como presente de Aziza y la banda, la bandera firmada por todo el equipo, en dedicatoria a Salama, un saharui de pura cepa.
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