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lunes, 8 de febrero de 2010

شكرن SHUKRAN 2009: LO MEJOR DEL AÑO (5): SPECIAL REPORT

Special report: music and film in the Saharawi refugee camps

By Colin Murphy, 19/10/2009

I've just returned from a week in the Sahara, in the Polisario Front refugee camps in Algeria. The week was spent working on a documentary, which has just finished production, about the Western Saharan exile singer, Aziza Brahim.

Earlier this year, director Donal Scannell and I joined Brahim and her Spanish group, Gulili Mankoo, on tour in Spain (during which we stopped off at the Roman ruins in Merida and captured this spontaneous performance - also posted below); more recently, we were in London for the African Music Festival (for which the Independent interviewed Brahim). Last week, we travelled with her to visit her family in the refugee camps, on her first visit home in three years.

Brahim’s mother was pregnant when she fled Laayoune in Western Sahara, with her family, in 1975, following the Moroccan invasion. (The BBC's overview of this conflict is here.) She was born in the refugee camps, and grew up there, before being sent to Cuba for secondary school, along with many of her peers. She refused the option of pursuing third level in Cuba, and returned home to the camps, where she started to perform, taking first prize in an annual singing competition. She moved to Spain to pursue a singing career; there was an early hiatus, during which she quit, but when she started singing again more recently, she quickly found a measure of recognition and success both in Spain and on the world music circuit.

Her digital release ‘Mi Canto’ topped the world music chart on emusic.com and she has rapidly acquired status as a cultural representative of the Saharawi people, alongside the renowned singer Mariem Hassan.

Scannell recorded Brahim’s September concert in London, and on Thursday last, it was given a public screening in one of the refugee camps, in a community hall. Though this screening was a largely spontaneous outcome of the ongoing process of making the documentary, it seemed to be one of some significance. Till now, Brahim had not had the opportunity to raise her profile, or to play her music, in the refugee camps. (Travel to the camps is complicated by cost – there are no direct flights – and by visa issues.) The public screening, which was coordinated by the Polisario Ministry of Culture, gave her the opportunity to firmly introduce her music to Polisario’s senior members and the Ministry of Culture itself, and to the Saharawi public.

The screening was publicised the previous night in the typical form in the camps – a loudspeaker announcement from a Ministry van. The screening took place in the morning, and the audience was almost entirely women. Those we spoke to spoke of being very proud of their compatriot, and of being excited to see Saharawi music being blended with foreign, modern influences, such as rock and blues. The official response was very enthusiastic, and they hope to replicate the screening in the many community halls throughout the camps, and hoped to broadcast it on Polisario radio and on the recently started tv station.

There is a skeleton market economy in the camps, which has arisen only in recent years, and there is no electricity supply: people use solar panels to charge car batteries, which they use to power lights and basic appliances such as a music player. Thus there is no formal market for distribution of music. What has arisen instead, though, is a bootleg, digital market: digital music is downloaded onto mobile phones, often from privately-run kiosks which also offer phone services, and people then pass these files from mobile to mobile via bluetooth.

Accordingly, Scannell made a low-res version of the Merida music video of Brahim and gave it to Brahim’s younger family members; as we left the camps, this was already seemingly hopping from phone to phone, and seemed to have the potential for going ‘viral’, providing perhaps as much potential exposure as the more formal distribution and publicity of screenings and broadcasts.

There is an annual film festival in the camps, and Scannell was encouraged to present his film on Brahim for inclusion next year. In the meantime, Brahim has been nominated for an international human rights prize. More on these to follow.

A number of Brahim’s songs are versions of poems in Hassania, her native language (a dialect of Arabic) by her grandmother, an acclaimed Saharawi poet, Ljadra Mint Mabruk. There is an article on her (in Spanish) here and a video of her reciting here. Brahim’s myspace page is here.

Scannell received Irish Aid ‘seed funding’ (via the Simon Cumbers Media Challenge Fund) to develop the documentary. (The seed funding strand is unusual – and very useful – in tv production funding, as it provides small amounts up front to allow a producer get started on a project, with almost no strings attached.)

Incidentally, Scannell came to Brahim’s music through that of the Touareg group Tinariwen, leading figures in 'desert blues'.

This time next week I'll file a further report on the interplay between migration and media issues in the Saharawi camps. Normal Migration Matters service - regular, shorter reports, will resume thereafter. As always, new readers can sign up for the email newsletter version here.

jueves, 28 de enero de 2010

شكرن SHUKRAN 2009: LO MEJOR DEL AÑO (4): CRONICAS DESDE LOS CAMPAMENTOS

Por Jose el Bidani

No es fácil escribir algo breve que pueda resumir las mejores experiencias del año... Por eso elegí hablar de una de las mayores aventuras en las que se sumergió Aziza, y de la que menos se ha sabido. Por el momento...

En julio de 2009 llegó un hombre tranquilo de una gran isla verde a una ciudad del norte de España. Con una cámara de vídeo debajo del brazo, había decidido realizar un documental de una cantante saharaui, que aunque no era muy famosa, sí empezaba a tener cierto nombre en el difícil mundo de la música.

Pues así empezó el documental, en un conocido parque de la capital leonesa... Poco a poco la cámara se fue sumergiendo en la vida y obra de Aziza Brahim. Entrevistas, grabación de un ensayo con la banda... y a la carretera. El documentalista acompañó a Aziza Brahim y Gulili Mankoo a Sevilla. Allí se unió otro hombre tranquilo de la misma isla. Más entrevistas, más encuentros, desde unos niños saharauis hasta Aminetu Haidar, activista de derechos humanos saharaui y también amiga de Aziza.

La cámara continuó captando instantes, en concierto, en la carretera, en un teatro romano... Pero faltaba algo... Acompañó a todo el equipo a Londres. Y esta vez vino bien armado de cámaras y aparatos de sonido. Todo ese tiempo, intentando comprender el porqué de lo que vive, hace y dice Aziza Brahim. Pero ni León, ni Sevilla, ni Barakaldo o Londres daban la solución final, aunque ayudaran mucho a conocer y comprender qué se estaba filmando.

Había que viajar a los campamentos. Después de haber estado sin visitar durante tres años, Aziza volvía al exilio de la Hamada, el pasado mes de octubre. A reencontrarse con su familia y con las huellas de la historia más reciente de su pueblo...

Fue una semana frenética, de localizaciones, de entrevistas y más entrevistas, de jornadas maratonianas que no hubieran sido posibles lograr si no es por el apoyo recibido de las autoridades y amigos allí presentes. Hubo momentos muy emocionantes, como fue grabar a Ljadra a través de un velo (debido a que el luto por la muerte de su marido Mohamed Embarek) le impedía estar en un mismo espacio con hombres. O visitar las ruinas del primer emplazamiento del campamento de Auserd, Aziza utilizando la chatarra de un tanque como percusión para cantar "La sensación del tanque"...

Para aquellos que hemos vivido en los campamentos por un tiempo, lo de los documentales sobre campamentos casi se había convertido en una rutina poco atrayente... Quizás por ello decidimos intentar mostrar algo nuevo del exilio... Más de 50 horas de grabación tienen en estos momentos a nuestro hombre tranquilo irlandés, de nombre Donal, encerrado como quién dice, bajo llave, intentando casar todas las piezas del puzzle audiovisual de la vida de Aziza el pasado año 2009.

Todavía no hay fecha de estreno, puede que se retrase por la cantidad de material disponible... Pero mantendremos informados de lo que pensamos será un documental que no dejará indiferente. De momento, os dejamos algunas fotografías del proceso de elaboración del mismo. También publicaremos un artículo de Colin, el segundo hombre tranquilo irlandés, relatando su experiencia durante la filmación.

GRACIAS شكرن

jueves, 14 de mayo de 2009

CRÓNICAS DESDE LOS CAMPAMENTOS: LECCIÓN DE MAESTRÍA

Una noche en el FISAHARA
Por Jose el Bidani

Después de jornadas agotadoras de trabajo, los cooperantes residentes en Rabuni deciden marcharse a Dajla al FISAHARA. Una oportunidad de desconectar de las cargas acumuladas de la rutina que imponen las duras condiciones del trabajo en el exilio saharaui. Pero para los saharauis de los campamentos supone algo más. El FISAHARA es una ventana al mundo que permite la difusión de la cultura de una parte a otra del mundo a través de un remolque de camión convertido en pantalla de cine.

Producciones internacionales de todo tipo se muestran en el Festival. Y también de producción nacional. Los saharauis, gracias al FISAHARA, están creando su propio patrimonio cinematográfico. Pero el festival es mucho más.

Los cooperantes venidos de Rabuni se adentran en una nueva Dajla, salpicada de nuevos tesoros. Puestos de artesanía, cafeterías ambulantes, Jaimas tradicionales llenas de mundos particulares, un campo de fútbol... Un enorme frig de celuloide que aparece y desaparece una vez al año en Dajla.

Paseos, búsquedas, reecuentros. Todo ello adornado con una atmósfera de romería a la saharui. El tiempo acompaña para disfrutar del atardecer y ver a los actores, que han venido al festival para apoyar con su presencia al pueblo saharaui, echando un partido de fútbol con jóvenes saharauis.

Sin darse uno cuenta, llega la noche y la luna, majestuosa, sale para iluminar con su luz las sombras que se mueven de un lado a otro. El estómago avisa de cuál es la siguiente parada. Algo de comer. Pizza saharaui. Los tiempos cambian. Hay que buscar un sitio para saciar el estómago.
Un poco más alla, un café con un pupitre como terraza. La gente se sienta en el pupitre, piden bebidas al regente del negocio, y comienzan a engullir el manjar.

Pero el camarero es algo más, como siempre pasa en los campamentos. Pregunta a los cooperantes, en este momento vulgares clientes consumiendo en su pupitre, si les puede leer algo que ha escrito. Quiere saber si merece la pena. Lo ha presentado a los organizadores del Festival, pero no sabe si al final, le dejarán un hueco para poder leerselo a todo el mundo. Y lee:

NO HAY CAMINO PARA LA PAZ. LA PAZ ES EL CAMINO

"Educar para la paz es educar para la solidaridad, el respeto, la convivencia, la justicia, la libertad y la cooperación. Lo que contribuirá a que todos adopten actitudes referidas a la aceptación de diferentes culturas, rechazando la intolerancia."

Hoy en esta tribuna queremos hacer un llamado a través de esta manifestación FISAHARA, por un Sahara libre e independente, donde muchos artistas y embajadores han llegado a apoyar la causa del pueblo saharaui y a su vez enseñarnos como podemos comunicarnos con el otro mundo, mediante estas vías de la comunicación. Somos saharauis, amantes de la paz y el bienestar del mundo. Vosotros sois los mensajeros de la paz y el bienestar del mundo. No optamos jamás por la guerra.Vosotros sois los mensajeros de la verdad, la justicia y la convicción de la solidaridad. Este es un rincón de la tierra donde vive de hace más de 30 años un pueblo desalojado de su propia tierra. Subsiste solo de las ayudas humanitarias.
Dedico estas palabras a todos los que no se olvidan de este rincón del planeta, y es que olvidar sería renunciar a lo que nos hace más humanos. Os agradezco por no dejaros perder en la espesura del laberinto de la memoria del pequeño mundo, de pequeños hombres que hablan en voz baja. Al contrario, habéis atravesado el desierto de vuestras dudas, para comprobar que el sol siempre tiene razón, que antes de salir ya habéis de guardar silencio. Para escuchar el latido de nuestra madre tierra. Gracias.

Las mandíbulas que masticaban la pizza se fueron parando, para no perder detalle de la declamación. ¿Quién era aquel nuevo escritor? Hamada Chej, profesor de Primaria en una escuela en Dajla. Le pidieron que volviera a leer la carta al FISAHARA. Le aplaudieron. El maestro, vergonzoso, bajaba la cabeza por el agasajo de los visitantes. Los amigos del maestro, que escuchaban, apoyaban el reconocimiento. Se intentó de nuevo que le permitieran leer su escrito a los organizadores. Pero un festival de cine es un festival de cine. Hasta en los campamentos. No hay mucho lugar para la improvisación. Sólo la que no se puede controlar.

Los alumnos de la nueva lección de maestría se quedan silenciosos, sentados en el pupitre, masticando los restos de pizza creada en una cooperativa, reflexionando en la penumbra sobre las palabras que atravesaron las esquinas de adobe. El tiempo pasa, y se acerca la hora del concierto. La gente se mueve. Los alumnos también.

El escenario está colocado dentro de una escuela, la escuela de Hamada. Él estudió en esta escuela cuando era niño, y ahora es maestro en ella. Se resiste a huir de este exilio a una diáspora desconocida. Ama a su pueblo y no quiere que su nueva generación crea que esto es para siempre. Agradece como muchos saharauis, que se hagan festivales y proyectos para resistir mejor en esta desolación. Pero que nunca se olvide que no están aquí por gusto.

viernes, 10 de octubre de 2008

CRÓNICAS DESDE LOS CAMPAMENTOS: SIROCO

Por Jose el Bidani
Rabuni, Jueves 9 de octubre de 2008.

Aproximadamente las seis de la tarde. Salgo de mi habitación de Protocolo y descubro un fenómeno inusual incluso en el exilio. Una gran tormenta de arena se acerca desde el noreste imponente. Los cooperantes aquí presentes en esta época, salimos afuera a contemplar el espectáculo.

Después de haber pasado casi un mes con fuertes lluvias, una cortina rojiza transforma el límpido cielo de la Hamada en una imagen sublime y fuera de lo común. Los saharauis que trabajan en el Protocolo también salen a ver la escena. En nueve años que llevo visitando los campamentos, nunca había visto cosa igual.

La enorme mole gaseosa avanza, cada vez a más velocidad, engullendo el mesetario paisaje. En pocos minutos los árboles del 9 de Junio desaparecen. La incredulidad de nuestra mirada observa divertida el movimiento majestuoso. "Es como si Dios se estuviera sacudiendo las chanclas", exclamo. Poco a poco, casi sin darnos cuenta, nos engulle en el patio del Protocolo. De repente la atmósfera se tiñe de naranja, como si estuvieramos en Marte. Las torres gemelas de Rabuni desaparecen en un pestañeo, y el sol se apaga entre las minúsculas particulas de arena que forman el esqueleto de la tormenta.

Seguimos comentando el fenómeno, cuando, de repente, nos llegan noticias frescas. Llega Emboirik, el adjunto y administrador con los invitados extranjeros. Los argelinos han avisado que la tormenta tiene una duración aproximada de 36 horas, tras la cual se esperan fuertes lluvias. Tenemos que prepararnos. Nadie sabe que puede pasar. Debemos tener listo lo básico en caso de que haya que evacuar. Turbante en mano, comenzamos a reforzar nuestras moradas. Sacos de arena en las puertas, clavetear ventanas, llenar nuestros humildes valdes de agua por si nos quedaramos sin ella... Todo lo hacemos con rapidez, y sin pensar con temor de lo que pueda pasar. Actuamos por separado y al mismo tiempo en grupo, organizando los trabajos de protección. Ahora estamos cooperantes de ATTsF, MdM España, Oxfam Bélgica, MdM Grecia, MPDL, Africa 70, Lleida Solidaria, Ulls del Món, Cruz Roja, PTM... Todos juntos haciendo parapetos, mochilas, la cena...

A pesar de la alarma, hasta ahora el viento no es tan fuerte como otros sirocos más mortíferos que nos han levantado otras veces parte del tejado. Imaginamos que en las wilayas la situación no sea mejor. Por lo que hemos sabido han recomendado a la población a permanecer en sus jaimas y estar al tanto del desarrollo del tiempo. Esperamos que todo salga bien. Mientras sigamos teniendo conexión de Internet, os iremos contando.

La verdad es que el pueblo saharaui se merece algo más que la independencia. Esto es increíble.


Gracias a Laura por su foto tomada desde la Base de Weatherhaven

domingo, 17 de agosto de 2008

CRÓNICAS DESDE LOS CAMPAMENTOS: CARTA ABIERTA A PETER VAN WALSUM

Por Jose el Bidani

Estoy en los campamentos de refugiados que hay en Tindouf. El estado y pueblo saharaui en el exilio sobreviven a duras penas ante el calor dominante del mes de agosto. La novedad no es superar los 50 grados, sino no pasar de los 40. Digan lo que digan hay cosas a las cuales uno no se acostumbra, y una de ellas es vivir en el infierno. 5 somos los cooperantes que estamos ahora en la Hamada argelina acompañando al pueblo saharaui. Y casi todos los días, parece que el objetivo por el cual estamos aquí se funde junto a la esperanza de ver algo diferente por estas latitudes.
De repente, de sorpresa, como suele pasar por estas latitudes, llega a mis manos dos páginas de El País con las últimas declaraciones del Sr. Peter van Walsum. Leo y releo sus declaraciones. No puedo reprimirme por más tiempo, y enviarle una carta…

CARTA ABIERTA A PETER VAN WALSUM

Estimado Sr. Walsum,

Usted no me conoce, pero yo al menos tengo el placer (o no sé si lo contrario) de haberme cruzado en su camino. Recuerdo su anterior visita a los campamentos, a principios del año. Era un día más de mi vida como cooperante, y me dirigía a trabajar como todas las mañanas, en compañía de un compañero saharaui, en un destartalado Nissan. Frente al complejo presidencial del gobierno saharaui en el exilio, una abigarrada comitiva de vehículos, escoltada por la guardia civil saharaui, cortó nuestro paso. Entre los vehículos que desfilaron como una exhalación ante nosotros, tuve el privilegio de ver su rostro como una aparición fugaz. El rostro extremadamente serio, casi cadavérico, unido al perfil enjuto y la mirada ida a un punto indefinible del horizonte, junto a la seriedad de su atuendo, daba la sensación de que usted era llevado a dar la extremaunción en un olvidado patíbulo. Gracias a su prisa, esa visión fue tan fugaz que el estremecimiento que sufrí pronto pasó al olvido.

Más sin embargo, por la tarde, me disponía a ir a la Escuela del 27 de Febrero, a unos 12 km. de Rabuni, cuando a la altura del control de circulación, nos topamos con una lujosa caravana de Toyotas imponentes y tristemente familiar. Volvía a encontrarme con usted. La caravana internacional, que no superó los 40 km por hora, formó un pelotón de vehículos a sus espaldas inusual en este lugar. Las Naciones Unidas habían logrado colapsar la única carretera de estas latitudes. La interminable travesía solo se veía trastocada por los vehículos que venían en sentido contrario, que debían literalmente lanzarse a un arcén imaginario para permitir su paso.
Cuando llegamos al 27 de Febrero, las viviendas de los refugiados empezaron a flanquear la carretera. Entre ellas, había algunas jefas de barrio distribuyendo la escasa ayuda humanitaria. A su paso dejaron su labor, para comenzar a lanzar zgarits (su famoso alarido) y consignas con signos de victoria en sus manos. Muchos de los peatones que se cruzaron con usted, repitieron el gesto. Entre las palabras que pude escuchar a sus espaldas, independencia sonaba alta y clara. Por fin pudimos desembarazarnos del atasco, para reanudar nuestros quehaceres, así como el del resto de los testigos de la situación.

Más cuál sería mi sorpresa, cuando, subido a una pequeña loma intentando encontrar cobertura en mi móvil una hora después, vuelven a pasar unos inmaculados vehículos por la pista. Esta vez, la caravana se había transformado en tres o cuatro vehículos, y su porte ceremonial había dado paso a una especie de discreta salida por una vía secundaria. En aquel momento pude volver a ver su rostro, igual de enjuto y seco, y con la misma mirada ida de la mañana. Algunos saharauis a mi alrededor tuvieron tiempo de arengarle diciendo lo que quiere este pueblo, que es recuperar su derecho a la existencia y la independencia. Pero pude observar como aquellos gritos hechos con determinación, no lograron atravesar las lunas de su vehículo, y mucho menos, hacer pestañear aquella gélida mirada.

Estos recuerdos han salido a flote al leer sus declaraciones tan secas y gélidas como sus paseos por los campamentos. Y curiosamente contradictorias. Decir que “el Polisario tiene la legalidad internacional de su lado,” pero “que el Consejo de Seguridad no está dispuesto a ejercer sus poderes en función del capítulo VII de la Carta de la ONU, y a imponerla”… ¿qué significa esto? Y que a pesar que el Tribunal de la Haya dictaminó sentencia en 1975, y que el “Consejo de Seguridad, que ostenta el poder de organizar ese referéndum, pero que no lo hace porque rehúsa imponer una solución” ¿Y esto otro? ¿De qué y para qué sirve entonces la legalidad internacional y el Consejo de Seguridad?

Dicho Consejo, “debe respetar la legalidad internacional, pero también tener en cuenta la realidad política sobre el terreno”. ¿Se refiere con esto al bloqueo de las autoridades marroquíes de acceder a las zonas ocupadas y ver qué es lo que allí ocurre por parte del resto del mundo? ¿O quizás a la crisis humanitaria que sufren los refugiados saharauis en Tinduf, que ya no saben cómo enfrentarse a lo que ya parece una hambruna obligatoria? Ah, será por eso que usted dice que “el empeño del Polisario en la plena independencia ahonda el bloqueo y perpetúa el statu quo”. Aunque me da la sensación que quien perpetúa dicho statu quo es Marruecos y sus aliados a través del Consejo de Seguridad.

Y que sepa, que la sociedad española no da falsas esperanzas, sino que hace lo que puede, a veces bien, a veces mal (no dejamos de ser humanos con pocos medios), pero con dos dedos de frente para saber cuál es la realidad política sobre el terreno.

Sr. Walsum, le invito a desvestirse de su armadura anti realidad, porqué no, ahora mismo. Es buen momento para conocer la realidad política de los campamentos. 46 grados a la sombra, la ayuda humanitaria que no acaba de llegar, y varias generaciones de personas obligadas a vivir en estas condiciones de desolación y olvido teniendo la legalidad internacional de su parte. Admiro su sangre fría para pasar por delante de esto y más por los campamentos, y que no influya en su visión fría e imparcial de la realidad política de este surrealista contencioso.

Ah, que no puede venir ahora, claro, estamos en el puente de agosto, muchos compromisos vacacionales… pues nada, cuando quiera, aquí estaremos, muy a nuestro pesar, esperando que alguien de los de arriba tenga la suficiente cordura para ver la realidad política sobre el terreno. ¿Qué cual es la realidad política sobre el terreno? Quizás unos guisantes secos que se reparten a los refugiados, que cuando se cocinan inundan el ambiente con un poco apetitoso olor que acaba por quitar las ganas de comer.
Cordialmente,

Jose el Bidani

sábado, 31 de mayo de 2008

CRÓNICAS DESDE LOS CAMPAMENTOS: LOS HIJOS DE HAMEIDI

Por Jose el Bidani

Hace unos días, después de una infructuosa jornada de trabajo, me dirigí al locutorio de Internet del Secretariado de Juventud y Deportes, frente al Protocolo. Después de navegar sin mayor interés, fui en busca de un vaso de té. Y me encuentro al agricultor por excelencia de Dajla. Uld Mohamed Zein, más conocido como Daf, lleva 15 años convirtiendo este yermo desierto en un vergel. Después del sempiterno saludo, decidimos hacer un té. Mientras se preparaban los cacharros, no sé como, salió a conversación su curiosa relación con las serpientes del desierto y los escorpiones. Era un descendiente de

HAMEIDI, HIJO DE UNA LEFAA

Hace mucho tiempo, cuando la vida de los saharauis no sabía de conflictos internacionales ni su destino estaba supeditado a ellos, la vida de los nómadas se repetía de generación a generación. Buscando las nubes, pastoreando, guerreando, sobreviviendo.

Un frig no muy grande ni muy pequeño, un día se vio acosado por un ghazi, aquellas incursiones acometidas entre tribus. Rápidamente, los integrantes del frig, recogieron sus bienes y huyeron. Pero en el fragor de la incertidumbre y la huida, se olvidaron de Hameidi, un bebé que apenas gateaba. Solo, abandonado por el miedo, el hambre despertó el instinto de supervivencia en él. Comenzó a desplazarse por las arenas del Tiris, tierra legendaria de poetas y serpientes. En esta ocasión, Hameidi no se cruzó en el camino de ningún poeta, sino en el de una mortífera lefaa, temible víbora de la zona.

Hameidi acarició su piel, llegando hasta el espolón de la temida criatura, al final de la cola. El espolón que da la muerte, aquel día amantó el llanto del bebé, convirtiéndolo en hijo de las serpientes.

Pasaron los meses y la familia reemprendió la búsqueda del cadáver de su hijo para darle santa sepultura. Muy cerca de donde desapareció, encontraron milagrosamente a Hameidi dormido plácidamente en la sombra de una talha. Cuando se acercaron a él descubrieron a la lefaa, que se escondía debajo de una piedra. En un primer momento asustados, los familiares de Hameidi dieron muerte al infecto animal, hecho que produjo una inesperada reacción en el niño, despertado por un abrazo desesperado. Un llanto desgarrado descubrió su faceta de superviviente: no era capaz de emitir sonido humano alguno. Y su comportamiento, el de un animal salvaje.

Fue llevado de vuelta al frig, y a pesar de la paciencia con que fue recuperada su condición humana, nunca se le pudo desprender su fascinación por las serpientes y escorpiones, con los cuales jugaba como si de sus semejantes se trataran.
Aconteció un día que una mujer fue mordida por una serpiente. Los familiares, desesperados por la desgracia, no sabían que hacer. Alguien mandó llamar a aquel joven que bailaba con las víboras.

Hameidi se acercó a la víctima y examinó la mordedura. Se metió el dedo en la boca y unció la herida con su propia saliva. Y el inexplicable milagro sucedió. Las dotes curativas de su saliva no sólo sanaban de la mordedura de la leefa, sino también las picaduras de escorpión. Hameidi creció, se casó y tuvo descendencia. Y los hijos de sus hijos, y los hermanos de leche que mamaran de la de sus descendientes, heredarían tan extraordinario don.

El día que a Daf le fue revelado tal don por su padre, la incredulidad y prácticamente la locura se apoderaron de él. Pero el paso del tiempo y la dura vida del desierto le mostrarían que tales palabras eran ciertas. Y no sólo a él, sino a las múltiples víctimas sanadas por su saliva milagrosa.

Varios son los testigos de tales milagros, que ya sean divinos o diabólicos, han marcado el destino de los hijos de Hameidi.

domingo, 6 de abril de 2008

CRONICAS DESDE LOS CAMPAMENTOS:

32 ANIVERSARIO DE LAS RASD (Y 2)
Wilaya de Dajla, 28 de Febrero de 2008
Por Jose el Bidani


La voz del venerable Mahjoub me despierta después de un sueño reparador alimentado por la calma y el sosiego. El sol ilumina la escena que se divisa más allá de la puerta: parte de la jaima primorosamente remendada, el nieto de Mahjoub, Mohamed, correteando por el patio, el inicio de la actividad... Desayuno msheé, sopa tradicional saharaui, alimento energético a base de cereales, acompañada de té y pan casero. Como era de esperar, las palabras del Mártir El Uali saludan el nuevo día desde la megafonía de la daira. Mohamed el Omar, su alcalde, ya está trabajando.

Salgo a las afueras a evacuar como muchos habitantes de la wilaya: la capa freática está muy cerca de la superficie y por ello casi no hay servicios en las casas. En mi camino puedo divisar a algún extranjero entre las casas de adobe. Los participantes del Maratón celebrado hace unos días, han sido invitados a Dajla a la celebración del Aniversario. Hoy es uno de los días más importantes para los saharauis. Se conmemora el nacimiento de una nación, fruto de la determinación de un pueblo que se niega a ceder su identidad a otros.

La tranquilidad del ambiente no esconde la emoción de la familia de Mahjoub. Las niñas están preparando sus uniformes escolares y sus banderas, al tiempo que corean eslóganes sobre la independencia. Todas ellas han estado en España de vacaciones, y al preguntarles sobre que les gusta más, si España o los campamentos, responden que las dos cosas. España tiene piscina, playa, pero el Sahara es mi país. Algún día comprenderán que los campamentos no dejan de ser una representación de su nación, aunque la tierra en la que han nacido no sea su verdadera raíz...

Me tomo con tranquilidad mi asistencia al evento. En los campamentos la dimensión del tiempo es muy relativa. Cuando por fin salgo de la jaima, las infantes y su madre han salido para el desfile. Un enorme tumulto, al sur de Gleibat el Fula, me indica a donde dirigir mis pasos. El desfile ha comenzado. ¿Será que se ha cumplido el horario? ¿O yo me habré relativizado demasiado la dimensión del tiempo? Finalmente descubro que es la segunda opción. Pero no llevo mucho retraso porque acaba de empezar. Una enorme fila de vehículos flanquea el desfile. Como si de una romería se tratara, cientos de personas subidas a ellos intentan tener la mejor vista posible de tan importante evento. Me adentro en la multitud y empiezo a observar a los asistentes. Darraás nuevas, las mejores melhfas, ropa recién estrenada proveniente de alguna maleta de las vacaciones pasadas, gafas último modelo adquiridas en el marsa provenientes del globalizado mercado de la falsificación, llenan la paleta multicolor del ambiente festivo.

El público busca a sus familiares y amigos entre las representaciones de las instituciones que llenan el desfile de civismo y los valores de una sociedad en construcción: las escuelas de primaria, las escuelas de mujeres, los venerados combatientes. También hay espacio para le reivindicación y para el recuerdo de la situación de terror y opresión que se vive en las zonas ocupadas del Sahara Occidental, con representaciones simbólicas de la Intifada saharaui y como es ahogada por el invasor. Por último la cultura se muestra con bailes tradicionales que en algunos casos, representan tareas de la vida cotidiana del nómada forjado en las arenas de una tierra impenetrable durante siglos. Las autoridades y multitud de invitados extranjeros, contemplan desde un estrado en forma de jaima de un solo mástil y abierta de par en par como símbolo de hospitalidad. Las cámaras fotográficas y de video intentan captar un destello del momento.

32 años han pasado en el exilio, y su determinación de conseguir la independencia, les hace celebrar y recordar que la proclamación de la RASD es un escalón más en la larga y lenta subida hacia la libertad.

Gracias a Goiko de Vitoria Gasteiz por sus bellas fotos

jueves, 28 de febrero de 2008

CRÓNICAS DESDE LOS CAMPAMENTOS: 32 ANIVERSARIO DE LA RASD (I)

Por Jose el Bidani

Desde los campamentos de refugiados saharauis abrimos esta nueva sección del blog, que esperamos tenga la continuidad que las complicadas condiciones nos permitan. Desde aquí agradecemos al Locutorio de Internet del Secretariado General de Juventud y Deportes por permitirnos con su trabajo saber que pasa en el resto del mundo y comunicar con el exterior.

32 ANIVERSARIO DE LA RASD (I)
27 de Febrero de 2008, Campamento de Dajla, R.A.S.D.

Aprovechando el día festivo del Aniversario de la Proclamación de la RASD, decidí visitar la wilaya de Dajla para encontrarme con el alcalde de Gleibat Fula, con la intención de identificar la situación del municipio. Salimos de Rabuni a media mañana, con un leve siroco que cubría el suelo con ágiles riachuelos de arena. Gracias a la carretera que el gobierno argelino construyó hace unos años, el viaje a la wilaya más alejada puede ser una experiencia menos dolorosa que antaño, aunque la última palabra la tiene el vehículo en el que hacia allí te desplaces. En esta ocasión, y tras tres horas de viaje, nos encontrábamos entrando en el control y puerta de bienvenida de una de las wilayas más bellas del exilio, llevando a los pasajeros que habíamos recogido en el control de Rabuni a sus respectivos destinos.


Para muchos, la wilaya de Dajla conserva parte del espíritu de los campamentos antes de que el mundo de la globalización y sus consecuencias irrumpieran en las jaimas de los refugiados saharauis. Cosas como tranquilidad absoluta, pocos vehículos, ausencia de cobertura telefónica o las jaimas abiertas de par en par. Entro en la jaima del venerable Mahjoub, un anciano saharaui de perfil marcado por las arrugas y su larga barba canosa, perfil quijotesco de humor sincero que vive obzecado en la producción de su huerto. En esta ocasión, entre las novedades de su huerta se encuentran remolachas, cebada, y unas chumberas que flanquean la pared sur del recinto, al lado del pozo. Tras el saludo de rigor, traigo informaciones frescas de Rabuni, lugar donde trabajan sus hijos, uno de ingeniero civil en la ejecución de proyectos de cooperación en infraestructuras como técnico local, y el otro de conductor y ocasionalmente de passage, los taxis colectivos que facilitan el transporte de muchos entre las wilayas y Tinduf. Después salgo a localizar a Mohamed Omar, el alcalde de Gleibat Fula. Tras intentos frustados en su jaima y casas vecinas, lo encontramos en el propio edificio de la daira. A pesar de tener una apretada agenda con los preparativos del Aniversario, nos cita a las cinco y media de la tarde, e inmediatamente solicita la presencia del Consejo de la Daira por megafonía.

Tras un breve descanso, me dirijo caminando desde la casa de Mahjoub hasta la daira. Una enorme talha da sombra en el patio del edificio. En el salón de actos, entre los lemas revolucionarios y patrióticos escritos con cuidada caligrafía, la foto del Mártir Uali, el primer secretario general del Frente Polisario, figura venerada por todos los saharauis por su tenacidad, inteligencia y amor por el pueblo y la lucha por su libertad. Un enorme revuelo de actividad llena la sala. El grupo de la daira ensaya un baile sobre la intifada pacífica en las zonas ocupadas, que comienza con una representación de una manifestación que acaba siendo reprimida por las autoridades marroquíes y acaba con dos mujeres portando el féretro de una víctima cubierto con la bandera saharaui. Me invitan a presenciar el ensayo mientras llega el resto de gente que van a participar en la reunión. Cuando me hacen pasar a otra sala, únicamente cubierta con una alfombra, me encuentro con un grupo de mujeres, de cierta edad, que me reciben calurosamente y agradecen que alguien tenga el mínimo interés de saber como se encuentran los habitantes del municipio al que ellas representan (o sea, sus familiares y vecinos). Comenzamos la reunión e inmediatamente surge un interesante debate en el cual hablamos y nos preguntamos sobre la situación actual del refugiado saharaui. El alcalde sale y entra varia veces durante la reunión siempre con la tuba y el beit en la mano para fumar maniya. Muchas cosas han cambiado en la vida diaria del exilio, y muchas de ellas ni siquiera son percibidas por los muchos extranjeros que venimos a ayudarles. A veces parece que la imagen que fuera se ha fotografiado de los campamentos no quisiera ser cambiada. Las jefas de grupo de la daira de Gleibat Fula son conscientes de ello, pero también tienen muy claro que a pesar de las dificultades, los saharauis estarán dispuestos a dar lo mejor de ellos por el regreso a la tierra prometida. Por eso quizás cada mañana, los habitantes de esta hermosa daira, se despiertan con las palabras del Uali por la megafonía del ayuntamiento. Para no olvidar el porqué están aquí.

La reunión se disuelve con la participación imprevista de un minúsculo ratón que provoca el revuelo de las asistentes. Ya fuera de la sala, el grupo nos obsequia con el ensayo general del desfile de mañana. Los zgarit y las palmas retumban entre la caligrafía mural y la foto del Mátir Uali, al que entre otros se recordará mañana en el desfile de conmemoración de la RASD.

(Continuará)

martes, 16 de octubre de 2007

CRÓNICA DESDE LOS CAMPAMENTOS: EL VALOR DE PANCHITO

Por Jose el Bidani

Ramadán. Octubre de 2007. Campamentos de refugiados saharauis. Tinduf. Argelia. Nuevamente aquí, en donde el tiempo se congeló hace décadas. El pasado, se esconde bajo una charla inocente para ignorar el presente. El futuro, se destila en el sueño de alcanzar la diáspora en el paraíso ficticio del bienestar de España. Y el objetivo de la independencia y el retorno a las raíces, parece haberse enterrado por los intereses de todos los que pululan, por una razón u otra, alrededor de los saharauis.

Organismos internacionales, países, gobiernos, agencias de cooperación, ONGs, Asociaciones de Amigos del Pueblo Saharaui, y muchos otros, imperceptiblemente, se han enmarañado en una tela de araña, que ha aprisionado aún más la ya de por sí complicada situación de un pueblo que quizás, pecó en el pasado de confiar en una supuesta legalidad internacional gestionada por supuestamente, el resto del mundo. Muchos hilos de esa telaraña, surgieron de buenas intenciones. Otros, desgraciadamente, nacieron inoperantes de por sí, y han favorecido al lento ahogo de la presa, que cayó en la trampa por exceso de confianza. El entramado es mucho más complejo de lo que pueda parecer. La multitud de intereses es mayor que la conciencia de arreglar el problema por una vía justa. Y muchas veces, los que compartimos un período de tiempo en el refugio (menos del que creemos y mucho más del tiempo que verdaderamente experimentamos), a veces nos damos cuenta, que nuestro trabajo, o nuestros esfuerzos por mejorar la situación, no van más allá de un mero acompañamiento en la soledad, y un “estamos aquí para que recordéis que no os hemos olvidado”.

Y trabajamos por un desarrollo en el refugio, reconstruyendo escuelas, distribuyendo verduras, apoyando la creación de cooperativas, dando cursos de formación variada... porque, todos aceptamos en nuestros subconscientes, que no hay solución ninguna, salvo seguir desgastando las vidas de los saharauis en una paz-no paz que lo único que hace es mellar la esperanza del pueblo olvidado en el desierto. Y en nuestros trabajos como cooperantes, la mayor parte de las ocasiones, lo único que identificamos es una creciente falta de interés en los saharauis con los que compartimos las duras jornadas bajo el sol. Algunos lo malinterpretan como vagancia, inoperancia, dejadez... Yo más bien lo veo como cansancio y excesiva dependencia de la telaraña que los ha apresado en los campamentos. Pocos tienen la suerte de tener una fuerte convicción del porqué se encuentran aquí, pero incluso ellos, se ven forzados a buscar alternativas para acallar las bocas de los estómagos de sus familiares. Porque quizás en los campamentos exista una cierta paz, una relativa tranquilidad... pero lo que es innegable, es que se pasa hambre. Los intereses del enemigo (o de sus aliados) parecen haber influido, ya sea políticamente, o simplemente cerrando en algún lugar un grifo donde salía dinero, para que las ayudas humanitarias se conviertan en sobornos deshumanizados. Por que, ¿cuál es la manera más rápida de hacer rendirse a una población sitiada durante un largo espacio de tiempo? El hambre siempre fue la mejor arma.

Ahí, en ese punto de la telaraña, uno se da cuenta que todos los proyectos de cooperación que se desarrollan en los campamentos son insuficientes, y que lo único que hacen es tapar agujeros temporalmente, y que los verdaderos problemas que hay en los campamentos, siguen si resolverse.

Buscando lectura entre los libros desperdigados en las habitaciones de los cooperantes alojados en el Protocolo de Rabuni, encontré un libro de Jorge Bucay. En un intento de olvidar todas estas cosas que os acabo de relatar, comencé a leer “Cuentos para pensar”. Uno de los cuentos se titulaba “Y los niños estaban solos”, o algo así. Una madre sola que trabaja mucho tiempo fuera de casa, tiene contratada a una joven para que cuide de sus hijos por las tardes. Cuando el novio de ella le invita a dar una vuelta en su coche nuevo, no lo duda, y deja a los niños dormidos en la habitación. Cierra con llave, guardándola en su bolso y descuelga el teléfono, no sea que se entere la madre de su falta. Tampoco va a tardar tanto, y los niños duermen.

Panchito, el hijo mayor, de unos seis años, se despertó por los tosidos del bebé. El incendio que consumía el resto de la casa llamaba a la puerta de la habitación. Intentó abrir la puerta, pero el pestillo les libró de una muerte segura. Cogió el teléfono para marcar el número de su madre, pero no había línea. La ventana estaba cerrada y por fuera, la rejilla le impedía acceder al tejado...

Cuando los bomberos apagaron el fuego no salían de su asombro. ¿Cómo Panchito pudo romper el cristal de la ventana y echar la red afuera? ¿Cómo pudo meter a su hermano en una mochila y salir por el tejado hasta alcanzar el árbol de al lado de la casa? ¿Y finalmente descender y salvar la vida de ambos? El bombero anciano, les dio la respuesta a sus dudas: Porque no había nadie a su lado que le dijera que no lo podía hacer.

Esa respuesta me dio un destello de luz a mis constantes dudas aquí en los campamentos. Los saharauis, a pesar de todo, lograrán la independencia. Y será cuando hagan oídos sordos a aquellos que han entretejido la telaraña que les atrapa. Y lo harán solos. Como Panchito.

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